La celebración del Año viejo en el Ecuador es quizás uno de los eventos más esperados por los ciudadanos, a la vez que representa una de las festividades más tradicionales que ha sido llevada a cabo desde muchos años atrás, entre los años 1700 y 1800 aproximadamente. La mayoría de familias ecuatorianas tienen una historia que contar respecto a cómo celebraban antes la despedida del año viejo, donde se puede encontrar algunos elementos que se siguen utilizando hoy en día, y sucesos que se siguen practicando, como la elaboración y quema de monigotes, lectura de un testamento, así como la recreación de viudas, aunque en algunos casos de manera diferente con enfoque moderno.
Esta tradición posiblemente fue heredada al Ecuador por medio de la Conquista española, ya que en Europa durante Semana Santa se tenía la costumbre de hacer y quemar muñecos de paja que representaban a Judas, esto lo realizaban para no olvidar la historia de la traición de este apóstol a Jesús. Por otra parte, investigadores afirman haber encontrado especialmente en la región Sierra, restos donde se quemaban algunas figuras ya sea de animales o frutas en temporadas como el Inti Raymi. Y finalmente, otro hecho importante fue la epidemia de fiebre amarilla que sufrió Guayaquil en 1842 donde fallecieron muchas personas. Una de las disposiciones que se dieron fue de cuidar el aseo de las casas y veredas, para lo cual se obligó a las personas a recolectar y quemar las prendas de vestir de sus familiares difuntos, así como colchones y sábanas (Cordero, 2002). Este acto posiblemente se realizó en fin de año como símbolo para alejar el mal de la peste de la ciudad.
Todos estos sucesos han aportado significativamente para que en Ecuador se desarrolle la tradición de quemar los monigotes o “años viejos” hasta el día de hoy. Las características de esta costumbre se basan en diseñar y construir los “muñecos”, de aserrín, papel periódico, cartón, ropas viejas y zapatos que ya no se usan, y una careta de plástico o cartón y a veces una peluca. Se ubican en los exteriores de las viviendas generalmente en las aceras, calles y veredas, también se suelen colocar debajo de pequeñas casas hechas de ramas de árbol, palos, hojas, o paja. Es una tradición que la mayoría de los ecuatorianos la realiza al menos una vez en su vida, en casa, en el trabajo o en el barrio, integrando así a toda la familia, amigos y vecinos. Además, se suelen colocar carteles sobre los monigotes con frases cortas y graciosas. La temática del monigote suele tener un tinte familiar y cómico, al elaborarse un muñeco que representa a un miembro de la familia al que le ha ido mal y se espera que le vaya mejor en el nuevo año. Aunque en los últimos años, las temáticas han ido cambiando a un enfoque más político y social, con el diseño de monigotes que hacen alusión a presidentes, expresidentes y funcionarios públicos que han sido muy criticados o que el pueblo ya no quiere que regresen nunca más; también se suelen incluir artistas, personajes de películas, dibujos animados tradicionales, entre otros.
No obstante, la quema de años viejos no es el único evento que se realiza durante la noche del 31 de diciembre. También las famosas “viudas” son las protagonistas de esta celebración. Estos personajes inicialmente solían representar a aquella mujer desamparada, sola y empobrecida que perdió a su esposo y pide caridad a la gente para enterrarlo. Hace algunas décadas las viudas usaban un vestido largo, un velo para tapar el rostro y una enagua, todo de color negro, como símbolo de luto por su difunto esposo. Hay quienes afirman que las viudas también eran conocidas como las lloronas, ya que estaban tristes por el fallecimiento de su esposo, pero además lloraban para lavar con sus lágrimas los pecados del extinto. Se dice también que transitaban por las calles en búsqueda de amantes que las consuelen (Andrade et. al., 2007).
Actualmente, la personificación de la viuda ha cambiado en ciertos aspectos. Los hombres son quienes se disfrazan de mujer, con una forma de vestir diferente que incluye faldas más cortas, tacos, blusas escotadas, maquillaje (a veces muy exagerado) y pelucas de diversos colores. Su función es casi similar, ya que estas viudas se acercan a las personas que pasan a pie o en carro, para pedirles una moneda para quemar a su viejo marido, que es el monigote que exhibe cerca. Algunas incluso realizan bailes en frente del público que las observa para ganar más dinero, realizan bromas y hasta conversan con las personas. El monto recaudado suele ser utilizado para cubrir los gastos generados por la elaboración del monigote, o simplemente para adquirir licor y seguir celebrando más tarde el año nuevo entre amigos.
Al parecer es una tradición viva y memorable que se realiza en el Ecuador, sin embargo, Andrade et. al. (2007) la critican más bien como una “noche vieja, noche pagana, día de fiesta donde lo profano reina”. Esto debido al cambio de enfoque que ha tenido esta práctica, señalando además que:
«Las viudas alegres, mujeres masculinas y mundanas, se toman las calles, coquetean con los paseantes, dejando tras de sí el luto solemne de las antiguas lloronas que, en tiempos de mayor solemnidad cristiana, con sus lágrimas lavaban las culpas de las almas recién ascendidas» (p. 119).
En ese sentido, sería criterio de cada uno vivir esta tradición acorde al legado que se ha aprendido, pero tratando de volver la mirada al verdadero sentido de la celebración del año viejo y quizás promoviendo el uso más armonioso y respetuoso de los elementos que acompañan este acto, recreando la esencia histórica de este patrimonio intangible.
En cualquier caso, sin duda se trata de una noche festiva, viva y alegre donde participa toda la familia, niños, jóvenes, adultos, ancianos, quienes se reúnen para armar el año viejo con los objetos que tienen en casa, aunque también hay quienes realizan muñecos más elaborados y con mejor diseño. La idea es quemar los muñecos en la media noche y así despedir el año y dar paso a un nuevo año lleno de bendiciones. También algunas personas suelen elaborar un “Testamento” donde se relata de manera cómica lo que el viejo ha dejado para cada uno, para que cambie y sea una mejor persona, o deje algún mal hábito. En ciertas ciudades como Guayaquil, hay concursos de años viejos, donde se premia con dinero a los monigotes más creativos y representativos de hechos o personajes importantes del Ecuador.
Finalmente, hay que anotar que en los últimos años esta tradición ha generado críticas de quienes por una parte, siguen teniendo la costumbre de hacer y quemar los monigotes en las calles y veredas con cohetes y juegos pirotécnicos; sin embargo, también están quienes alegan no realizar estos actos para evitar desorden y basura en la vía pública, heridas a personas y no afectar con el ruido a los animales, para lo cual ya se han aplicado ordenanzas para regular esta celebración, por ejemplo en algunas ciudades está prohibido quemar los años viejos en las calles, los ciudadanos pueden hacerlo en los patios de sus casas al aire libre, aplicando medidas de seguridad para evitar propagar el fuego.
Siendo así, la quema de años viejos entre viudas y testamentos, una tradición llena de historia imposible de olvidar, pero que debido a la modernidad y formas de comportamiento actuales, ha ido evolucionando, transformándose, y representándose de distintas maneras, testificando un tipo de cultura que forma parte de la identidad nacional del Ecuador, que ha sido heredada por siglos por nuestros antepasados, y que constituye ahora nuestra responsabilidad repensar y reflexionar si resulta adecuada la manera cómo la estamos practicando. Y, ¿si queremos que la esencia de esta tradición se siga manteniendo a lo largo del tiempo como legado para las generaciones venideras? O, ¿de qué otras formas podemos renegociar la forma cómo estamos llevando a cabo esta tradición para el aprendizaje y disfrute de otros?
Comparte: ¿cómo celebras el año viejo? Y ¿cómo te gustaría festejarlo?
Referencias:
Andrade, X., Calvache, M., Coba, L., Flores, M., Hidalgo, A., Tutivén, C., y Vera, M. (2007). Los Años Viejos. Fondo de Salvamento del Patrimonio Cultural de Quito. https://biblio.flacsoandes.edu.ec/libros/digital/51501.pdf
Cordero, A. (2002). La Epidemia de Fiebre Amarilla que azotó a Guayaquil en 1842. Revista de la Universidad de Guayaquil. P. 67-110. https://revistas.ug.edu.ec/index.php/rug/article/download/1085/715/790
Sandoval, F. (2016). La quema de monigotes y la exhibición de las ‘viudas’ se inició entre los años 1700 y 1800 en Ecuador. El Telégrafo. https://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/sociedad/6/los-monigotes-evolucionan-para-quedarse-en-el-populacho